Era una campaña electoral a las elecciones municipales, y muchas voces clamaban un cambio en el modelo político de España, enarbolando sus ideas como necesidad absoluta para poder progresar en conjunto, prometiendo como si no hubiera restricciones a la hora de cumplir y usando la situación para beneficiarse. En ese tiempo oíamos la paralización absoluta de los deshaucios, la creación de bancos públicos en los ayuntamientos, la promesa de abrir los comedores escolares, la mejora de la situación de los ciudadanos (¿cómo?). Formaciones que surgían se erigían como única vía para solucionar los problemas de la gente, de una larga crisis que había formado ¿quién?, para ellos el Partido Popular. Llegó la hora de votar, y, nuevamente la mayoría de los ciudadanos pidieron un gobierno popular que gestionase el dinero de sus impuestos , como habían confiado en el año 2011. Un modelo de control del gasto y reducción de las deudas, permitidas por el hasta ese año gobierno socialista. Lamentable...